«El Secreto de la Mansión Enfurecida»
Bella y sus amigos se acercaron con cautela a la entrada de la mansión abandonada, sus luces parpadeaban con un resplandor sombrío que los envolvía en una sensación de malestar. La leyenda decía que esta casa estaba embrujada, y que allí había encontrado su final el malvado clan de los Nura, sus enemigos más acérrimos.
Al interior, encontraron una escena de devastación. La casa estaba en ruinas, las paredes cubiertas de moho y los muebles destrozados. Pero fue en el salón principal donde descubrieron el corazón de la trama. Heppokomaru, el líder de los Nura, yacía postrado en el suelo, su cuerpo cubierto de cicatrices y heridas.
¿Qué había pasado allí? ¿Cómo habían logrado sus enemigos someterlo a tal tortura? Bella y sus amigos comenzaron a explorar la casa, buscando pistas que les permitieran descubrir la verdad.
La primera habitación que encontraron estaba vacía, excepto por un libro antiguo y una linterna con una luz débil. En la segunda, encontraron una serie de pinturas que representaban escenas de batalla y de muerte. Pero fue en la tercera donde descubrieron el secreto de la mansión.
En el centro de la habitación, encontraron una especie de altar, rodeado de símbolos y objetos sagrados. En el centro del altar, había un libro encuadernado en piel, con una tapa cubierta de sangre. Heppokomaru, al verlos, abrió los ojos y comenzó a hablar en un susurro:
«Fue mi propia familia la que me traicionó. Mi hermano, Shinra, había descubierto el poder de los espíritus y lo había utilizado para someterme. Me torturó hasta que acepté su control, y él se convirtió en el líder de los Nura. Pero yo sabía que algún día podría encontrar la forma de vengarme».
Bella y sus amigos se sintieron horrorizados por la historia de Heppokomaru. Pero sabían que no podían dejar que Shinra y su clan continuaran su maldad. Juntos, decidieron buscar la forma de vencerlos y liberar a Heppokomaru de su control.
Así que comenzaron a investigar, siguiendo pistas y desenterrando secretos. Pero no sabían que Shinra y su clan también estaban siguiendo sus pasos, listos para eliminarlos. La batalla entre la justicia y la maldad estaba a punto de comenzar.